sábado, 17 de marzo de 2012

El agua potable de canilla: ¿Es tan potable como parece?


El agua potable de canilla: ¿Es tan potable como parece? (Parte 1)
 29 febrero, 2012


El agua que bebemos de la canilla con la cual nos duchamos y con la que cocinamos las comidas todos los días, parece ser a simple vista, como se dice, “potable”, pero, ¿es el agua potable tan potable como parece? Numerosos estudios sugieren que el agua corriente de nuestras casas contiene peligrosos tóxicos que, a simple vista, no son posibles de detectar, y pueden ser los responsables de numerosas enfermedades.

Por el Dr. Sergio E. Schlimovich – Febrero 29, 2012

La cloración es un recurso para la desinfección del agua ampliamente difundida en los países en desarrollo, dado que constituye la tecnología más conocida por su eficacia, costos de aplicación y por estar histórica y epidemiológicamente comprobada (1).

Se encuentra bien documentado que la aplicación del cloro en los procesos de desinfección ha tenido un efecto positivo en la salud humana. Enfermedades de origen hídrico como tifoidea, cólera, disentería, amebiasis, salmonelosis, shigelosis y hepatitis A, han decrecido durante los últimos 80 años por efectos de la cloración (2).

Por estas razones, la OMS recomienda en sus guías de calidad del agua (3), que para tener la garantía sanitaria de su calidad para el consumo y para asegurar su efecto ante cualquier contaminación posterior, debe existir un promedio de 0.3 miligramos de cloro residual activo y una turbiedad menor de una Unidad Nefelométrica de Turbiedad (UNT).

Sin embargo, el desafío que se enfrenta con la cloración es el de lograr los máximos beneficios de su uso como excelente desinfectante, con un mínimo de toxicidad de sus subproductos e impacto ambiental. No hay razón para discutir la necesidad de la desinfección del agua para bebida; el problema está en evaluar y comparar el riesgo de su toxicidad y potencia cancerigena de los subproductos de la cloración, versus el beneficio que se obtiene en el control de las enfermedades transmitidas por el agua contaminada.

Efectos tóxicos del cloro residual

Algunos estudios indican que el cloro residual, producto de la cloración, puede generar problemas en la salud. Hay quienes han señalado que el grupo de individuos de alto riesgo está constituido por personas asmáticas o aquellos que presentan reacciones alérgicas después de su exposición al cloro. Citados por la OMS, 1991 (4), los estudios de Watson y Kibler en 1933 (5), y Sheldon y Lovell en 1949 (6) describen cuadros de precipitación de asma como resultado del consumo de agua clorada.

Muegge (7) resumió los resultados de informes sobre los efectos negativos en la salud de aguas altamente cloradas que se consumieron por períodos que comprenden desde algunos días a varias semanas, y que causaron algunos casos clínicos de toxicidad relacionados con el cloro, el ácido hipocloroso o el hipoclorito en el agua para beber.

Sin embargo, por otro lado, el mismo autor informó sobre el caso de 150 personas de una base militar que consumieron agua con 50 ppm (parte por millón) de cloro durante un período de varios meses de desinfección sin que se hubieran reportado efectos adversos.

Efectos tóxicos de los subproductos de la cloración

Aparentemente, la existencia de riesgo en el consumo de agua clorada radica en la toxicidad indirecta de sus subproductos. Durante la cloración, se producen una serie de subproductos debido a la reacción del cloro con la materia orgánica presente (demanda de cloro). Los ácidos húmicos y fúlvicos que se encuentran en el agua de algunos lugares son producto de la degradación de la materia vegetal la cual, en la mayoría de los casos, le confiere color.

Otros compuestos proceden de la degradación de la material animal. Los derivados de la degradación vegetal y animal son compuestos activos que, al reaccionar con el cloro, dan como resultado compuestos orgánicos clorados, entre ellos los trihalometanos (THMs) (8).

Al ser cloradas, las algunas aguas con cargas orgánicas elevadas (por ejemplo, las aguas contaminadas con efluentes municipales o industriales) forman subproductos como por ejemplo, los clorofenoles y el ácido cloro acético, entre otros.

En algunos estudios epidemiológicos se reportaron varios cánceres en asociación con el agua clorada, incluidos de esófago, páncreas, tracto urinario y estómago (9), mientras que otros posteriores recibieron gran atención, debido a que el cloroformo se lo conoce por ser cancerígeno en animales (10,11).

Lin y colaboradores (12) realizaron una investigación en Taiwán del Sur e identificaron que la exposición a los trihalometanos (THMs) a través de la ingestión había sido de 47.9 µg/día, mientras que por la ducha y las actividades de cocinar fue de 30.7 µg/día. Este estudio demostró que las vías de ingreso al organismo de los THMs, proveniente de las aguas cloradas, es tan importante por la vía digestiva (agua para beber y agua en los alimentos) como la vía respiratoria (inhalación de vapores por la ducha y debido a la cocción de alimentos).

Respecto a los resultados de los estudios descriptivo-geográficos, Toft y colaboradores (13) reportaron una posible correlación entre contaminantes específicos en el agua potable y riesgos de contraer cáncer.

Del laboratorio a los seres humanos

Desde el punto de vista toxicológico es muy difícil extrapolar resultados obtenidos de estudios de cáncer en animales de experimentación y extenderlos directamente a los seres humanos. Pero es necesario tener muy en cuenta que el agua clorada expone al publico consumidor a un riesgo potencial que aún no esta claramente definido, y los estudios caso-control demostraron un ligero incremento en la probabilidad de contraer ciertos tipos de cáncer en poblaciones que consumen agua clorada durante varios años.

Vea en Alertas Médicas El agua potable de canilla: ¿Es tan potable como parece? (Parte 2). Conozca cuáles son los plaguicidas y otros contaminantes del agua que pueden afectar su salud, y sepa cuales son las posibles soluciones a este problema.

Referencias:
Castro de Esparza ML. Uso de cloro para la desinfección de agua para consumo: efectos en la salud humana. Hojas de Investigación Técnica CEPIS. HDT 49-50, Marzo-Junio 1992.
Jolley R et al. Water chlorination; chemistry, environmental impact and health effect (vol. 6).Chelsea (US), Lewis Publishers, 1990.
OMS (Ginebra, CH). Guías para la calidad del agua potable; 1. Recomendaciones. Washington, D.C. (US), OPS, 1985. (OPS publicación científica, No. 481).
OMS (Ginebra, CH).Chlorine (1991); WHO document draft. Ginebra (CH), OMS, 1991.
Watson SH, Kibler CS. Drinking water as a cause of asthma. Journal of allergies, 1933, 5:197-198.
Sheldon JM, Lovell RG. Asthma due to halogens. Am Pract Dig Treat. 1949 Sep;4(1):43.
Muegge, OJ. Physiological effect of heavily chlorinated drinking water. En: Journal of the American Water Works Association, 48(12), 1956.p.1507-1509.
Calderon, R.L., (2000). The epidemiology of chemical contaminants of drinking water. Food Chem. Toxicol., 38, S13-S20.
Lange, A.L.; Kawczynski, E., (1978). Controlling organics; theContraCostaCountywater district experience. J. Am. Water Works Assoc., 70, 653-660.
Dodds, L.; King, W.; Woolcott, C.; Pole, J., (1999). Trihalomethanes in public water supplies and adverse birth outcomes. Epidemiology, 10(3), 233-237.
Simpson, K.L.; Hayes, K.P., (1998). Drinking water disinfection by-products: An Australian perspective. Water Resour., 32 (5), 1522-1528.
Lin, C.F.; Tze-Yao L.; Oliver, J.H., (2000). Effects of humic substances characteristics on UF performance. Water Resour., 34 (4), 1097-1106.
Wigle DT, Mao Y, Semenciw R, Smith MH, Toft P. Contaminants in drinking water and cancer risks in Canadian cities. Can J Public Health. 1986 Sep-Oct;77(5):335-42.

El agua potable de canilla: ¿Es tan potable como parece? (Parte 2: Plaguicidas y otros contaminantes)
11 marzo, 2012


El agua de canilla que utilizamos a diario para nuestras necesidades alimentarias y aseo personal, no solo posee cloro y subproductos de la cloración, que han demostrado ser potencialmente tóxicos para la salud sino que, además, contiene una variedad de sustancias que son aún más peligrosas, tales como agrotóxicos, medicamentos veterinarios, productos farmacéuticos y cosméticos de uso personal, entre otros. Dado que la producción de estos químicos continúa en aumento, por ahora, la única solución posible para evitarlas parece depender de nosotros.

Por el Dr. Sergio E. Schlimovich – Marzo 11, 2012

Los contaminantes llamados “antropogénicos”, aquellos producidos directa o indirectamente por las actividades humanas, se han dispersado ampliamente en el ambiente y están “emergiendo” en las aguas superficiales y subterráneas como resultado de las emisiones industriales, la ineficiente disposición de residuos sólidos, los derrames accidentales, la aplicación indiscriminada de plaguicidas (herbicidas, pesticidas) en la agricultura, la recarga artificial del agua subterránea, la disposición en el suelo de lodos de las plantas de tratamiento de aguas residuales, y las actividades de consumo que incluyen la excreción de una amplia gama de productos químicos, tales como medicamentos y cosméticos.

Las evidencias

Todas estas fuentes de contaminación de las aguas han sido reconocidas como rutas potenciales importantes de eliminación del contaminante, y aquellas derivadas de las actividades de consumo representan uno de los grupos de mayor crecimiento (1).

Las actividades de consumo se reconocieron recientemente como una fuente potencialmente importante de contaminación dispersa no controlada. Hasta marzo de 2004, casi 23 millones de sustancias orgánicas e inorgánicas (excepto secuencias biológicas tales como proteínas y nucleótidos) se indexaron en el registro CAS, 2004, de la Sociedad Química Americana (“The American Chemical Society’s Chemical Abstracts Service”) (2). Aproximadamente un tercio de estas sustancias (sobre 7 millones) estaban disponibles comercialmente. En contraste, solamente alrededor de un cuarto de millón (230.000) de estos compuestos está inventariado o regulado por algunos países a nivel mundial (3).

Cuando el consumo enferma y mata

El alto potencial en la proliferación continua de fármacos y productos de uso personal, medicamentos veterinarios y de otros productos químicos antropogénicos, plantea desafíos substanciales y quizá insuperables para su regulación y control, desde el punto de vista de su evolución y diseño de sistemas viables para su aplicación. Por otra parte, la investigación y el desarrollo de drogas y compuestos bioactivos evoluciona rápidamente y, en muchos casos, los mecanismos de acción son nuevos para los sistemas biológicos, por lo que las consecuencias en el ambiente son inciertas.

Entre los contaminantes encontramos algunos que pueden presentar alteraciones endocrinas, llamados disruptores endócrinos (DEs), debido a que pueden imitar o impedir la acción de una o varias hormonas en el organismo. Éstos incluyen: pesticidas, productos químicos industriales, productos farmacéuticos y fitoquímicos. Además de estar presentes en el agua, también se encuentran ampliamente distribuidos en los alimentos, en el suelo y en muchos objetos que utilizamos a diario (4).

Los disruptores endocrinos (DEs) en la mira

Los insecticidas clorados, tales como kepona; DDT; dieldrin y metoxicloro, los compuestos usados en los plásticos y en la industria de los detergentes, tales como el bisfenol A, los ftalatos y los alquilfenoles, tienen actividad estrogénica; es decir, similar a la hormona sexual femenina estrógeno.

El DDE (un derivado del DDT) y el agente antihongos vinclozolin; entre otros, así como algunos insecticidas, bloquean la acción de la hormona sexual masculina (acción anti-androgénica) (1).

Algunos PCBs, además de la actividad estrogénica, impiden el funcionamiento normal de la glándula tiroides (acción anti-tiroidea) (1).

Además, una serie de surfactantes como los alquilfenoles etoxilados, utilizados en detergentes, pesticidas y productos industriales, se descargan directamente al ambiente a través de los sistemas de tratamiento de aguas residuales. Una vez allí, la degradación primaria de estos compuestos genera subproductos de cadenas cortas, que son más persistentes que la sustancia original (nonilfenoles, octilfenoles y alquilfenoles) (5). Algunos estudios demostraron que éstas poseen la capacidad de imitar las hormonas naturales por interacción con el receptor estrogénico (6).

Consecuencias de los DEs en la salud humana

Las consecuencias en la salud humana a la exposición crónica de los DEs pueden ser potencialmente muy graves. Algunas de ellas son:

• Cáncer testicular: La incidencia del cáncer testicular en el hombre se ha incrementado significativamente en las últimas décadas en la mayoría de las zonas industrializadas, con llamativas diferencias entre países, e incluso regiones vecinas (7,8).

• Cáncer de próstata: Esta entidad constituye la segunda causa de muerte por cáncer en los EE.UU. El incremento de mortalidad por esta condición registró un 17% en los últimos 30 años, a pesar de la mejoría lograda en el diagnóstico. Un meta análisis encontró una relación positiva entre este tipo de cáncer y la dedicación a la agricultura (9).

• Cáncer de mama: Se ha sugerido la existencia de una relación entre el incremento del riesgo de padecer cáncer de mama y la exposición a los agentes químicos estrogénicos como plaguicidas organoclorados tales como el DDT y ciertos PCBs (10).

• Disminución de la calidad del esperma: Varios estudios reportaron una disminución significativa en la concentración del esperma, mientras que otros no mostraron cambios significativos (11-14).

• Efectos sobre la fertilidad: Se estableció que la exposición al DEs in útero condiciona una incidencia más elevada de abortos, de embarazos ectópicos, mortinatalidad y prematuridad (15).

• Efectos sobre el tiroides. Las hormonas tiroideas son necesarias a lo largo de la vida para mantener un adecuado nivel metabólico. Son fundamentales durante la etapa del crecimiento y desarrollo, especialmente para la maduración del cerebro. Diferentes agentes presentes en el medio ambiente pueden alterar su producción, tanto en animales como en humanos (16-18).

• Obesidad: La epidemia actual de obesidad podría no explicarse sólo por un cambio en el incremento del aporte calórico y/o disminución de la actividad física; existen algunos datos que hacen pensar en la posibilidad de que los agentes químicos pueden estar desempeñando algún papel en tal sentido (19).

Posibles soluciones al problema del agua potable

Como hemos visto en ambos artículos (Parte 1 y 2), el problema del agua potable parece ser bastante serio. Hasta tanto no existan procedimientos efectivos para eliminar estas sustancias tóxicas en el agua corriente por parte de las plantas potabilizadoras, ésta seguirá siendo causa importante de contaminación por tóxicos químicos ambientales con potenciales efectos negativos en la salud. ¿Cuál es la solución entonces?

Las aguas minerales naturales son una buena alternativa para evitar la contaminación química al beber a diario y cocinar nuestros alimentos con agua corriente. Se debe evitar consumir el agua mineral contenida en envases de PVC o policarbonato (ya que liberan sustancias tóxicas como el bisfenol-A). El agua debe estar contenida, preferentemente, en envases de PET (tereftalato de polietileno) o HDP (polietileno de alta densidad). Los envases contienen la sigla que estipula el procedimiento de elaboración con PET y HDP.

Otra alternativa son los filtros especiales de agua que, además de obtener una mejor calidad del elemento para beber sirve para cocinar los alimentos. Pero, ¿qué tan eficaces son?

Hoy en día, los filtros de agua caseros más populares en el mercado están hechos de carbón activado granular, o en bloque de carbón en polvo. Al parecer, una de las ventajas de estos purificadores de carbono, comparados con los filtros de sedimentos antiguos, es que no sólo eliminan esas sustancias sino que también limpian el cloro y los productos químicos orgánicos (herbicidas y pesticidas). Su principal deficiencia es que los filtros de carbono puro no descartan los metales pesados, nitritos y nitratos. Para obtener ese nivel de descontaminación se que tendría que buscar un filtro de agua de carbono que también incluya un sistema de resina de intercambio de iones.

Más recientemente, una empresa norteamericana lanzó en 2006 al mercado una versión comercial de un filtro de agua con nanotecnología, de una versión original desarrollada en 2003 en conjunto con la Nasa. Este novedoso dispositivo tiene por objeto reciclar el agua corporal eliminada por los astronautas en los vuelos espaciales, y así mantener la ingesta de agua potable. Al parecer, las pruebas independientes efectuadas por la Agencia de Protección ambiental de Estados Unidos (Usepa), demostró que este nuevo dispositivo era eficaz para eliminar microorganismos como: bacterias (99,99 por ciento), virus (99,99 por ciento), Cryptosporidium parvum, Giardia lamblia; y contaminantes químicos como: arsénico, plomo, benceno, cobre, dioxinas, herbicidas, mercurio, y endotoxinas de Escherichia coli (E. coli) y Salmonella.

Recomendaciones

Si bien los estudios de los efectos nocivos para las sustancias cloradas y los subproductos presentes en el agua aún no son concluyentes (ver: Parte 1); si lo son cada vez más para los pesticidas y demás químicos tóxicos, producto de la actividad humana. De no contar con ningún tipo de filtro, lo mejor es no beber agua de la canilla ni utilizarla para cocinar los alimentos. También, es conveniente evitar bañarse en las primeras horas de la mañana, que es donde generalmente se observa una mayor concentración de cloro en el agua, y evitar respirar los vapores del agua caliente de la ducha, manteniendo bien ventilado el baño.

El agua más saludable para beber es aquella que es verdaderamente mineral de fuente natural, como el agua del deshielo de las altas montañas. Hay que tener presente que muchas aguas que se comercializan como minerales, son en realidad aguas mineralizadas; es decir, agua corriente a las cuales se le agregan minerales.

Vea en Alertas Médicas El agua potable de canilla: ¿Es tan potable como parece? (Parte 1). Conozca los riesgos de la cloración del agua y los sub-productos de la cloración.

Referencias:

1. Becerril Bravo JE. Contaminantes emergentes en el agua. Revista Digital Universitaria. Instituto de Ingeniería – UNAM, 10 de agosto 2009, Volumen 10 Número 8, ISSN:1067-6079.

2. CAS, American Chemical Society, disponible en: http:////wwww.ccas.org/index.html (consultado el 26 de junio de 2009), citado por Becerril Bravo JE, 2009.

3. Daughton CG. (2004). Non-regulated water contaminants: emerging research Environmental Impact Assessment Review, Volume 24, p 711-732.

4. Schlimovich SE. Proyecto de Sensibilización y Educación sobre Factores Químicos Ambientales Determinantes de la Salud – Mapa Tóxico Químico de la Provincia de Entre Ríos. Consejo Federal de Inversiones (CFI), junio de 2010.

5. Giger W.,Brunner PH.and Schaffner C.(1984),4-Nonylphenol in sewage sludge: accumulation of toxic metabolites from non-ionic surfactants. Science 225,pp.623 –625.

6. Jobling, SJ and Sumpter JP. (1993). Detergent components in sewage effluent are weakly oestrogenic to fish: an in vitro study using rainbow trout hepatocytes. Aquat Toxicol 27,pp.361–372.

7. Forman D, Moller H. Testicular cancer. Cancer Survey 1994;20: 223-341.

8. Huyghe E, Matsuda T, Thonneau P. Increasing incidence of testicular cancer worldwide: A review. J Urology 2003; 170: 5-11.

9. Keller-Byrne JE, Khuder SA, Schaub EA. Metaanalyses of prostate cancer and farming. Am J Ind Med 1997; 31: 580-586.

10. Dewailly E, Dodin S, Verreaul R, Ayo e P, Sauve L, Morin J, Brisson J. High organochlorine body burden in women with oestrogen receptor positive breast cancer. J Cancer Na l Ins 1994; 86: 232-234.

11. Carlsen E, Giwereman A, Keiding N, Skakkebaek NE. Evidence for decreasing quali ty of semen during past 50 years. Brit Med J 1992; 305:609-613.

12. Auger J, Kunstmann JM, Czyglik F, and Jouannet P. Decline in Semen Quality among Fertile Men in Paris during the Past 20 Years. NEJM, Volume 332:281-285, February 2, 1995. Number 5.

13. Skakkebæk, NE. et al. Regional differences in semen quality in Europe Human Reproduction, Vol. 16, No. 5, 1012-1019, May 2001.

14. Skakkebæk, NE. et al.East–West gradient in semen quality in the Nordic–Baltic area: a study of men from the general population in Denmark, Norway, Estonia and Finland. Human Reproduction, Vol. 17, No. 8, 2199-2208, August 2002.

15. Barnest A, Colton T, Gunderson J. Fertilty and outcome of pregnancy in women exposed in utero to diethylstilboestrol. N Engl J Med 1980; 302:609-613.

16. Capen CC. Pathophysiology of chemical injury of the thyroid gland. Toxicol Let 1992; 64/65: 381-388.

17. Tilson HA, Kodavanti PR. Neurochemical effects of polychlorinated biphenyls: an overview and identification of research need. Neurotoxicology 1997; 18: 727-743.

18. Crisp TM, Clegg ED, Cooper RL, Wood WP, Anderson DG, Baetcke KP, Hoffman JL, Morrow MS, Rodier DJ, Schaeffer JE, Tovar LW, Zeeman MG, Patel YM. Environmental endocrine disruption: an effect assessment and analysis. Environment Health Persp 1998; 106: 11-56.

19. Baillie-Hamilton P . Chemical toxins: A hypothesis to explain the global obesity epidemic. J Alt and Comp Med 2002; 8: 185-192.

Agua potable, plaguicidas y otros contaminantes
Publicado el 12 mar 2012. Archivado bajo Sal-bien, Salud.

El agua de canilla que utilizamos a diario para nuestras necesidades alimentarias y aseo personal, no solo posee cloro y subproductos de la cloración, que demostraron ser potencialmente tóxicos para la salud humana, sino que, además, contiene una variedad de sustancias que son aún más peligrosas, tales como agrotóxicos, medicamentos veterinarios, productos farmacéuticos y cosméticos de uso personal, entre otros. Consecuencias de los disruptores endocrinos en la salud humana.



Agua ¿potable?

Dado que la producción de estos químicos continúa en aumento, parece ser que, por ahora, la única solución posible para evitarlas solo depende de cada uno de nosotros.

Los contaminantes llamados “antropogénicos”, aquellos producidos directa o indirectamente por las actividades humanas, se han dispersado ampliamente en el ambiente y están “emergiendo” en las aguas superficiales y subterráneas como resultado de las emisiones industriales, la ineficiente disposición de residuos sólidos, los derrames accidentales, la aplicación indiscriminada de plaguicidas (herbicidas, pesticidas) en la agricultura, la recarga artificial del agua subterránea, la disposición en el suelo de lodos de las plantas de tratamiento de aguas residuales, y las actividades de consumo que incluyen la excreción de una amplia gama de productos químicos, tales como medicamentos y cosméticos.

Las evidencias
Todas estas fuentes de contaminación de las aguas han sido reconocidas como rutas potenciales importantes de eliminación del contaminante, y aquellas derivadas de las actividades de consumo representan uno de los grupos de mayor crecimiento.

Las actividades de consumo se reconocieron recientemente como una fuente potencialmente importantes de contaminación dispersa no controlada. Hasta marzo de 2004, casi 23 millones de sustancias orgánicas e inorgánicas (excepto secuencias biológicas tales como proteínas y nucleótidos) se indexaron en el registro CAS, 2004, de la Sociedad Química Americana (“The American Chemical Society’s Chemical Abstracts Service”). Aproximadamente un tercio de estas sustancias (sobre 7 millones) estaban disponibles comercialmente. En contraste, solamente alrededor de un cuarto de millón (230.000) de estos compuestos está inventariado o regulado por algunos países a nivel mundial.

Cuando el consumo enferma y mata
El alto potencial en la proliferación continua de fármacos y productos de uso personal, medicamentos veterinarios y de otros productos químicos antropogénicos, plantea desafíos substanciales y quizá insuperables para su regulación y control, desde el punto de vista de su evolución y diseño de sistemas viables para su aplicación. Por otra parte, la investigación y el desarrollo de drogas y compuestos bioactivos evoluciona rápidamente y, en muchos casos, los mecanismos de acción son nuevos para los sistemas biológicos, por lo que las consecuencias en el ambiente son inciertas.

Entre los contaminantes encontramos algunos que pueden presentar alteraciones endocrinas, llamados disruptores endócrinos (DEs), debido a que pueden imitar o impedir la acción de una o varias hormonas en el organismo. Éstos incluyen: pesticidas, productos químicos industriales, productos farmacéuticos y fitoquímicos. Además de estar presentes en el agua, también se encuentran ampliamente distribuidos en los alimentos, en el suelo y en muchos objetos que utilizamos a diario.

Los disruptores endocrinos (DEs) en la mira
Los insecticidas clorados, tales como kepona; DDT; dieldrin y metoxicloro, los compuestos usados en los plásticos y en la industria de los detergentes, tales como el bisfenol A, los ftalatos y los alquilfenoles, tienen actividad estrogénica; es decir, similar a la hormona sexual femenina.

El DDE (un derivado del DDT) y el agente antihongos vinclozolin; entre otros, así como algunos insecticidas, bloquean la acción de la hormona sexual masculina (acción anti-androgénica).

Algunos PCBs, además de la actividad estrogénica, impiden el funcionamiento normal de la glándula tiroides (acción anti-tiroidea).

Además, una serie de surfactantes como los alquilfenoles etoxilados, utilizados en detergentes, pesticidas y productos industriales, se descargan directamente al ambiente a través de los sistemas de tratamiento de aguas residuales. Una vez allí, la degradación primaria de estos compuestos genera subproductos de cadenas cortas, que son más persistentes que la sustancia original (nonilfenoles, octilfenoles y alquilfenoles). Algunos estudios demostraron que éstas poseen la capacidad de imitar las hormonas naturales por interacción con el receptor estrogénico.

Consecuencias de los DEs en la salud humana
Las consecuencias en la salud humana a la exposición crónica de los DEs pueden ser potencialmente muy graves. Algunas de ellas son:

• Cáncer testicular: La incidencia del cáncer testicular en el hombre se ha incrementado significativamente en las últimas décadas en la mayoría de las zonas industrializadas, con llamativas diferencias entre países, e incluso regiones vecinas (7,8).

• Cáncer de próstata: Esta entidad constituye la segunda causa de muerte por cáncer en los EE.UU. El incremento de mortalidad por esta condición registró un 17 por ciento en los últimos 30 años, a pesar de la mejoría lograda en el diagnóstico. Un meta análisis encontró una relación positiva entre este tipo de cáncer y la dedicación a la agricultura.

• Cáncer de mama: Se ha sugerido la existencia de una relación entre el incremento del riesgo de padecer cáncer de mama y la exposición a los agentes químicos estrogénicos como plaguicidas organoclorados tales como el DDT y ciertos PCBs (10).

• Disminución de la calidad del esperma: Varios estudios reportaron una disminución significativa en la concentración del esperma, mientras que otros no mostraron cambios significativos.

• Efectos sobre la fertilidad: Se estableció que la exposición al DEs in útero condiciona una incidencia más elevada de abortos, de embarazos ectópicos, mortinatalidad y prematuridad.

• Efectos sobre el tiroides. Las hormonas tiroideas son necesarias a lo largo de la vida para mantener un adecuado nivel metabólico. Son fundamentales durante la etapa del crecimiento y desarrollo, especialmente para la maduración del cerebro. Diferentes agentes presentes en el medio ambiente pueden alterar su producción, tanto en animales como en humanos.

• Obesidad: La epidemia actual de obesidad podría no explicarse sólo por un cambio en el incremento del aporte calórico y/o disminución de la actividad física; existen algunos datos que hacen pensar en la posibilidad de que los agentes químicos pueden estar desempeñando algún papel en tal sentido.

Posibles soluciones al problema del agua potable
Como hemos visto en ambos artículos (Parte 1 y 2), el problema del agua potable parece ser bastante serio. Hasta tanto no existan procedimientos efectivos para eliminar estas sustancias tóxicas en el agua corriente por parte de las plantas potabilizadoras, ésta seguirá siendo causa importante de contaminación por tóxicos químicos ambientales con potenciales efectos negativos en la salud. ¿Cuál es la solución entonces?

Las aguas minerales naturales son una buena alternativa para evitar la contaminación química al beber a diario y cocinar nuestros alimentos con agua corriente. Se debe evitar consumir el agua mineral contenida en envases de PVC o policarbonato (ya que liberan sustancias tóxicas como el bisfenol-A). El agua debe estar contenida, preferentemente, en envases de PET (tereftalato de polietileno) o HDP (polietileno de alta densidad). Los envases contienen la sigla que estipula el procedimiento de elaboración con PET y HDP.

Otra alternativa son los filtros especiales de agua que, además de obtener una mejor calidad del elemento para beber sirve para cocinar los alimentos. Pero, ¿qué tan eficaces son?

Recomendaciones
Si bien los estudios de los efectos nocivos para las sustancias cloradas y los subproductos presentes en el agua aún no son concluyentes (ver: Parte 1); si lo son cada vez más para los pesticidas y demás químicos tóxicos, producto de la actividad humana.

De no contar con ningún tipo de filtro, lo mejor es no beber agua de la canilla ni utilizarla para cocinar los alimentos. También, es conveniente evitar bañarse en las primeras horas de la mañana, que es donde generalmente se observa una mayor concentración de cloro en el agua, y evitar respirar los vapores del agua caliente de la ducha, manteniendo bien ventilado el baño.

El agua más saludable para beber es aquella que es verdaderamente mineral de fuente natural, como el agua del deshielo de las altas montañas. Hay que tener presente que muchas aguas que se comercializan como minerales, son en realidad aguas mineralizadas; es decir, agua corriente a las cuales se le agregan minerales.

Por el Dr. Sergio E. Schlimovich.

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http://drses.com.ar/?p=1385
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