jueves, 25 de octubre de 2012

ENTRE RIOS: La contaminación mata

Escrito por NidiaSalud feb 19, 2011

Algunos tóxicos persistentes se comportan como disruptores endócrinos (DEs), y representan un tipo especial de contaminantes o compuestos tóxicos persistentes (cPPS), aseguró a Salud y Bienestar el médico especialista en Endocrinología Sergio Schlimovich, quien agregó que “las consecuencias de algunas de estas sustancias sobre el sistema endocrino pueden ser graves y a menudo irreversibles”, alertó.

Paraná: nadie está exento de respirar los tóxicos que emanan de vehículos en mal estado. Foto: archivo AIM-

Estas consecuencias, agregó el profesional, incluyen efectos sobre la reproducción, los caracteres sexuales, el metabolismo, el sistema inmunológico, el desarrollo cognitivo de los niños, aspectos del comportamiento psicosocial y desarrollo de cánceres genitales.

En diálogo con este suplemento, Schlimovich indicó que hasta ahora se identificaron “más de 500 sobre los que se conoce o se sospecha tienen capacidad de alterar el equilibrio del sistema endocrino de los seres humanos y de otras especies en la vida salvaje”.

Es que durante las últimas cuatro o cinco décadas la sociedad se transformó profundamente. La industrialización, la tecnificación y los avances en los sistemas y medios de producción han modificado notablemente el estilo de vida de las personas en los últimos cincuenta años. Todos estos cambios han ido acompañados de la aparición y la liberación al medio ambiente de gran cantidad de sustancias químicas. Muchas veces, no somos capaces de ver estas sustancias y, en la mayoría de los casos, ni siquiera sabemos que existen.

De los casi 10 millones de sustancias químicas conocidas, aproximadamente 100.000 productos químicos se mezclan para formar millones de productos o preparados comerciales que utilizamos en la vida diaria. Sin embargo, la mayoría de ellos nunca se han analizado para determinar sus efectos en la salud y el medio ambiente.

El profesional indicó a Salud y Bienestar que “cuando oímos hablar de sustancias peligrosas, solemos pensar en los productos químicos que se utilizan los laboratorios científicos o las industrias. Sin embargo, esta asociación no es del todo correcta: los productos químicos están por todas partes, y nos rodean; no solo provienen desde nuestros hábitats donde pasamos gran parte del tiempo –como se ha señalado anteriormente- sino que también estas sustancias pueden estar en el aire procedente del tráfico intenso, de emplazamientos de residuos tóxicos, y de la quema de basurales o de emanaciones tóxicas industriales; y pueden filtrarse hacia los ambientes interiores y alcanzar elevadas concentraciones”.

La nube tóxica que emana de la quema espontánea de residuos en el volcadero ocasiona graves consecuencias en la salud. Foto: archivo AIM

Existe gran preocupación por un grupo especial de químicos ambientales que se acumulan dentro de los organismos vivos y persisten en el ambiente por largos períodos, y que son potencialmente nocivos para la salud y la biodiversidad. Se los conoce como: contaminantes o compuestos tóxicos persistentes (CTPs); compuestos orgánicos persistentes (COPs); sustancias tóxicas persistentes (STPs); químicos tóxicos persistentes (QTP); o sustancias tóxicas bioacumulativas persistentes (TBPs). Otras fuentes hacen referencia a COPs y otros contaminantes tóxicos persistentes.

“Algunos tóxicos persistentes se comportan como disruptores endócrinos (DEs), y representan un tipo especial de CTPs. Se han identificado, hasta la fecha, más de 500 sobre los que se conoce o se sospecha tienen capacidad de alterar el equilibrio del sistema endocrino de los seres humanos y de otras especies en la vida salvaje”.

“Las consecuencias de algunas de estas sustancias sobre el sistema endocrino pueden ser graves y a menudo irreversibles”, alertó Schlimovich. Estas incluyen efectos sobre la reproducción, los caracteres sexuales, el metabolismo, el sistema inmunológico, el desarrollo cognitivo de los niños, aspectos del comportamiento psicosocial y desarrollo de cánceres genitales.

Tomar conciencia y actuar
Existe un gran desconocimiento sobre el tema de los “químicos tóxicos ambientales” en la provincia -detalló el endocrinólogo- y agregó que “el resultado de este trabajo puede servir como disparador inicial para despertar conciencias, proveer conocimientos y tomar las medidas correspondientes sobre un aspecto tan importante como trascendental para el futuro de las próximas generaciones”.

El especialista aconsejó “diagramar políticas de salud pública preventivas y de control para minimizar la exposición y mitigar los potenciales efectos nocivos en la salud que tienen muchas de las sustancias químicas identificadas en este trabajo. La mayoría de estas sustancias se encuentran en Entre Ríos, por lo que también es previsible la frecuencia ‘esperable’ de algunas enfermedades, anomalías cromosómicas, deformidades, y malformaciones congénitas en los niños, fetos in útero y bebés lactantes, expuestos a químicos tóxicos en el aire, agua, suelos, alimentos y objetos donde la población vive, trabaja, estudia y se recrea”.

“Al tomar conocimiento sobre el tema ya estamos dando un gran paso -señala el profesional- porque si no sabemos, entones nada podemos hacer al respecto”. “El contacto crónico con los CTPs es generalmente silencioso y su presencia no se sospecha sino hasta muy tarde en el tiempo cuando la enfermedad ya está instalada y es frecuentemente irreversible”.

La importancia de la prevención
Schlimovich remarcó que es imprescindible actuar en la prevención en distintos niveles: “hace falta crear grupos interdisciplinarios de profesionales en medicina ambiental, toxicología, epidemiología, endocrinología y metabolismo e ingeniería ambiental para realizar estudios epidemiológicos y de investigación provinciales. Hace falta crear un nexo entre las áreas de salud pública y medio ambiente para realizar tareas eficientes y permanentes de recopilación de datos e inventario de sustancias tóxicas, particularmente de los CTPs que incluyen los COPs y los DEs; laboratorio especializado; vigilancia ambiental de salud y ambiente; y monitoreo. Hace falta crear un instrumento provincial para prevenir y educar a la población sobre el peligro potencial de la exposición crónica a los CTPs y los DEs, y para proteger a los niños por su especial vulnerabilidad. Mientras esto no se concrete, las enfermedades seguirán creciendo”.

Mientras tanto, hasta que lo anterior se ponga en marcha, lo que se puede hacer por el momento es “prevenir” a las familias sobre la existencia de estas sustancias, conocer cuáles son, saber dónde se encuentran, cómo minimizar el nivel de exposición, e informarnos acerca de cómo sustituir muchas de las que utilizamos a diario por otras que sean saludables y no dañen el medio ambiente.

Las estadísticas en España
Al menos 16.000 personas mueren de forma prematura por culpa de la contaminación en España, según estima el ministerio de Medio Ambiente, y Medio Rural y Marino (Marm). Esta cifra multiplica por siete la de fallecidos en accidentes de tráfico en 2010. En el conjunto de la Unión Europea (UE), la cifra se eleva a 370.000 muertes debido a la mala calidad del aire.

Los niños, los ancianos y los enfermos crónicos o con patologías cardíacas son los colectivos más vulnerables a este problema ambiental. “La comunidad científica no tiene dudas respecto a los efectos perjudiciales de la contaminación sobre la salud respiratoria y coincide en la necesidad de reducir la contaminación urbana”, explica Cristina Martínez, coordinadora del área de medio ambiente de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (Separ). “Respirar aire limpio es un derecho de todas las personas”, señala Juan Ruiz Manzano, presidente de la Separ.

Los gases emitidos por los tubos de escape de tráfico rodado y las superficies industriales o productoras de energía son los mayores causantes de este problema de salud ambiental.

Otro estudio europeo, que incluye a Barcelona, Bilbao, Madrid, Sevilla y Valencia, revela que si los niveles de estas partículas contaminantes suspendidas en el aire (inferiores a 2,5 micras) se redujeran a 20 partículas/microgramo por metro cúbico, en cada ciudad se evitarían 11.375 muertes prematuras, es decir, 8.053 muertes por patologías cardiopulmonares y 1.296 por cáncer de pulmón.

http://sal-bien.aimdigital.com.ar/aim/2011/02/19/la-contaminacion-mata/

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