Conflictos y mitos
América Latina representa en torno al 8% del consumo mundial. Pero de aquí se extrae entre el 15 y 50% del total mundial de todos los metales principales, con tendencia creciente para el cobre, el oro y la plata.
En enero y febrero de 2012 se han agudizado los conflictos en torno a la megaminería metalífera en Argentina, con fuerte represión en La Rioja y Catamarca, y un nivel de mediatización nacional sin precedentes desde las primeras movilizaciones del pueblo de Esquel en 2002. Cristina Fernández pidió un “debate responsable y serio”, y los gobernadores de las provincias cordilleranas constituyeron una Organización Federal de Estados Mineros (OFEMI) para seguir incentivando la megaminería, y en lo inmediato pretendiendo mejorar su imagen ante la sociedad.
Múltiples asambleas autoconvocadas y algunos legisladores e investigadores llevan 10 años intentando lograr ese debate “responsable y serio”. Pero gobiernos y empresas mineras habitualmente descalifican a todo crítico con epítetos como “fundamentalista” y “ecoterrorista” (que desde diciembre pasado puede devenir en “terrorista”, por ley), censuran, prohíben plebiscitos, reprimen y judicializan la protesta social. Y construyen mediáticamente un imaginario prominero, a fin de instalar ciertos mitos sobre supuestas garantías ambientales y beneficios económicos que implicaría la minería.
El empleo es uno de los principales anzuelos con que se busca persuadir a la sociedad. En 1994, Minera Alumbrera, de Catamarca, promocionaba su proyecto prometiendo trabajo directo para 10.000 personas en la Provincia. Según la Secretaría de Minería de la Nación, la minería ya genera 500.000 empleos directos e indirectos en el país, y llegaría a 380.000 trabajadores directos en 2025. Sin embargo, el INDEC informa que en el 3º trimestre de 2011 había 8.035 trabajadores registrados en minería metalífera, que sumando los de otras minas y canteras llegaban a 21.820. En el mismo período, Catamarca presentó la mayor tasa de desempleo del país, y Alumbrera emplea tan solo unos 1.400 trabajadores. En Chile, la minería factura ocho veces más que en la Argentina, empleando 191.000 trabajadores, y en Canadá, con una facturación similar a la chilena, sólo 52.500 son trabajadores directos.
A pesar de impresionantes aumentos del Producto Bruto de Catamarca y de las exportaciones (entre 2006 y 2010 Minera Alumbrera exportó por 7.186 millones de dólares), la megaminería faltó a sus promesas de desarrollo para las provincias. Los históricos mayores niveles de pobreza e indigencia en Catamarca y San Juan, respecto del promedio nacional, han persistido. En el primer semestre de 2011, el INDEC midió 12,8% de pobres en el Gran Catamarca y el Gran San Juan, muy superior al 8,3% en el país o 3,6% en el Gran Mendoza.
Saqueo, derroche y pobreza
El Censo 2010 también es contundente: la proporción de catamarqueños que habitan viviendas deficientes, o sufren hacinamiento, o no cuentan con heladera, teléfono o computadora, sigue siendo claramente superior a la media nacional. La Encuesta Anual de Hogares Urbanos muestra que las remuneraciones en Catamarca son de las más bajas del país, y que la distribución de ingresos es de las más desiguales. En 2009, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) publicó un ranking del Índice de Desarrollo Humano Ampliado en las provincias argentinas: Catamarca figuró en 19º lugar, y San Juan en el 20º. Los gobiernos de estas provincias suelen publicitar el aporte de las regalías mineras al fisco, sin compararlas con los recursos transferidos por el Estado Nacional. En 2009, San Juan cobró $ 48 millones en regalías mineras, pero recibió de la Nación $ 2.463 millones. Por habitante, Catamarca recibe de la Nación casi el triple de fondos que Mendoza, y San Juan el doble. La recaudación de ingresos propios (incluyendo regalías mineras) representa en torno a 10% del presupuesto catamarqueño y 15% del sanjuanino, contra 38% de promedio nacional. A fines de 2009, la también catamarqueña Andalgalá fue declarada en emergencia económica por la gravísima situación financiera que enfrentaba el municipio.
América Latina representa en torno al 8% del consumo mundial. Pero de aquí se extrae entre el 15 y 50% del total mundial de todos los metales principales, con tendencia creciente para el cobre, el oro y la plata, aunque el oro ya extraído podría cubrir la demanda tecnológica mundial durante varios siglos. El grueso de la extracción en nuestra región, con sus fuertes impactos socioambientales, obedece pues a la demanda solvente y el derroche en otras regiones, y beneficia principalmente a empresas británicas, canadienses o australianas.
Las posibles empresas estatales provinciales vagamente mencionadas en la OFEMI, como Fomicruz que participa con 7% en una mina, difícilmente captarían buena parte de la renta minera. Y sobre todo, no se ve que los gobiernos quieran debatir seriamente, con rigor científico, en democracia realmente participativa, priorizando la decisión de las comunidades sobre sus territorios: cómo reciclar más y mejor los metales, qué minerales, cuánto, cómo, habría que extraer para satisfacer las auténticas necesidades de los argentinos. El país necesita terminar con este extractivismo megaminero transnacional, con sus economías de enclave y fuertes impactos socioambientales.
* Marcelo Giraud es profesor de la Facultad de Filosofía y Letras, Departamento de Geografía, en la Universidad Nacional de Cuyo. Integra la Secretaría de Ambiente, Recursos Naturales y Sociedad de la Asamblea por los Derechos Humanos (APDH).
http://www.argentinalatente.org/index.php/notas/7-en-esta-edicion/93-megamineria-a-cielo-abierto2
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