NUEVO ESTUDIO: DECLIVE EN LA POBLACION DE ABEJAS A NIVEL GLOBAL ES DEBIDO AL USO DE PESTICIDAS
La causa más probable en las marcadas caídas de las colonias y poblaciones de abejas observadas en todo el mundo desde el año 2006 es el imidacloprid, uno de los plaguicidas más utilizados. Esto, según un nuevo estudio de la Harvard School of Public Health (HSPH).
Los autores, dirigidos por Alex Lu, profesor asociado de Biología de la Exposición Ambiental en el Departamento de Salud Ambiental, ha reportado que la nueva investigación ofrece "pruebas convincentes" de la relación entre elimidacloprid y el fenómeno conocido como Desorden de Colapso de Colonias(DCC), en el que las abejas adultas abandonan sus colmenas. El estudio aparecerá en la edición de junio del Boletín de Insectología.
"La importancia de las abejas a la agricultura no puede ser subestimada", dice Lu. "Y al parecer, no se necesita mucho del pesticidapara afectar a las abejas. Nuestro experimento incluyó cantidades de plaguicida por debajo de lo que normalmente están presentes en el medio ambiente".
La identificación de la causa del problema es crucial porque las abejas -más allá de la producción de miel- son los principalespolinizadores de aproximadamente un tercio de las especies cultivadas en los EE.UU. solamente, incluyendo frutas, verduras, frutos secos y alimentos para el ganado como la alfalfa y el trébol. La pérdida masiva de abejas puede resultar en miles de millones de dólares en pérdidas en la agricultura, estiman los expertos.
La hipótesis de Lu y co-autores, es que el repunte en el DCC es el resultado de la presencia de imidacloprid, un neonicotinoideintroducido en la década de 1990. Las abejas pueden ser expuestas en dos formas: mediante el néctar de las plantas que han sido previamente irrigadas con plaguicidas o a través del almíbar de maíz de alta fructosa que los apicultores usan para alimentar a sus abejas. Esto último es debido a que la mayoría del maíz estadounidense ha sido tratado con imidacloprid, por lo tanto, también se encuentra en el jarabe o almíbar de maíz.
En el verano del 2010, los investigadores realizaron un estudioin situ, en el condado de Worcester, Massachusetts, destinado a replicar cómo el imidacloprid puede haber causado el brote del DCC. Durante un período de 23 semanas, monitorizaron abejas en cuatro zonas diferentes, cada jardín tenía cuatro colmenas tratadas con diferentes niveles de imidacloprid y una colmena control. Después de 12 semanas de tratamiento con imidacloprid, todas las abejas estaban vivas. Pero después de 23 semanas, en 15 de las 16 colmenas tratadas con imidacloprid, 94% de las abejas habían muerto. Las abejas expuestas a los más altos niveles del pesticida murieron primero.
Las características de las colmenas muertas fueron consistentes con el DCC, dijo Lu, "las colmenas estaban vacías a excepción del almacenamiento de alimentos, polen y abejas jóvenes, con unas cuantas abejas muertas en las cercanías de las colmenas". Cuando otras condiciones causan el colapso de una colmena -tales como enfermedades o plagas- muchas abejas muertas se encuentran normalmente dentro y fuera de la colmena afectada. "Sorprendentemente, dijo Lu, sólo bastaron bajos niveles de imidacloprid para producir el colapso de las colmenas -menos de lo que se suele utilizar en los cultivos o en áreas donde las abejas forrajean".
Científicos, políticos responsables, agricultores y apicultores, alarmados por las pérdidas repentinas de entre 30% y 90% de las colonias de abejas desde el año 2006, habían planteado varias teorías en cuanto a la causa del colapso, tales como plagas, enfermedades, pesticidas, la apicultura migratoria, o alguna combinación de estos factores.
El problema es complejo, el agricultor necesita proteger sus cultivos contra plagas y enfermedades, pero -ya sea por diseño, causalidad o casualidad- las abejas tienen el mismo derecho a la vida que el hombre o cualquier especie animal o vegetal del planeta. Siendo el ser humano la especie más inteligente y valiosa, nos corresponde hacer algo al respecto, pues en este y muchos otros casos, somos culpables. Ahora que tenemos la respuesta, tomaremos acción algún día para salvar a las maravillosas abejas? Esperemos que sí, y que ese día no llegue muy tarde.
Fuente: Harvard School of Public Health
Roberto De Soto
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